Presentación de la exposición "Calsina i els oficis"

Hoy nadie puede dudar ya de la Evolución. Una hermosa teoría que nos explica cómo ha aparecido la Vida en este Planeta, cómo se ha ido desparramando prodigiosamente y se ha ido haciendo cada vez más compleja, como decía, tan certeramente, Teilhard de Chardin. Nadie duda que esta complejificación ha llevado a la Vida hasta la especie humana, punto y aparte, y quizás meta, de la Evolución.

Todo esto nos lo explica la Ciencia que, poco a poco, nos va descubriendo una armonía que no está en contradicción con un Dios, más bien al contrario, una Ciencia que nos acerca a la comprensión de las Leyes perfectas del Creador.

EL punto culminante de la Evolución es el recorrido del Hombre y algún día entenderemos cómo estas Leyes perfectas lo van conduciendo, individuo a individuo, hacia una plenitud, hacia una perfección. Algún día la Ciencia y nuestra capacidad de comprensión nos llevaran a conocer el Destino del Hombre, pero será una Ciencia completa que incluya todas las ramas y, sobre todo, que incorpore la realidad innegable de la existencia del Espíritu.

Este extraordinario Museo es una herramienta maravillosa para profundizar en el conocimiento del Hombre y de su evolución. Nos muestra los oficios y nos explica cómo se han ido elaborando a través del tiempo, hasta adquirir una perfección que nos demuestra la conquista de la inteligencia.

La importancia de este Museo radica en el hecho de que está dedicado al trabajo y es el trabajo, como acción contra la Necesidad, contra la resistencia que nos ofrece la Naturaleza, lo que hace posible la evolución espiritual del hombre.

Un largo camino en el que la necesidad ha desvelado toda una serie de motivaciones: la curiosidad, la inteligencia, la sensibilidad y también el amor. Pero todas ellas se han aplicado con la acción que es el trabajo, y así se han creado los oficios, como una fastástica conquista que se ha ido construyendo, perfeccionando y transmitiendo a través de las generaciones.

Contemplar, con la claridad, la belleza y, por qué no, con el oficio con el que se nos muestran en el Museo, es una experiencia que emociona profundamente, porqué se te hace real y evidente este largo recorrido tan difícil y doloroso, pero tan extraordinario, del Hombre.

Estamos muy felices de poder presentar una exposición de Ramon Calsina Baró en este escenario por muchos motivos, y todos ellos de peso.

En primer lugar porqué creemos que el artista pintor y dibujante es un oficio, que quizás se aleja de la utilidad más prosaica de otros, pero que ha sido creado por el Hombre, también, a partir del enfrentamiento con la Necesidad. Dentro de las motivaciones que han desvelado las necesidades que presenta una Naturaleza hostil está la sensibilidad, y el trabajo para expresar y manifestar las emociones y los sentimientos ha conducido, entre otros caminos, a manifestarse plásticamente con el antiquísimo oficio de pintar y dibujar.

Actualmente se ha desvirtuado o desenfocado este oficio, y en muchos casos se ha elevado el artista plástico a unos pedestales que se alejan de esta realidad más sencilla, más bella y mucho más útil a la maravillosa aventura de la evolución humana.

El artista no es un ser sobrenatural que está por encima del bien, del mal y de la razón; el artista practica un oficio que está al servicio de sus conciudadanos, más sofisticado, quizás, que trabaja con la herramienta de la sensibilidad, seguro, pero un oficio igual de digno y de emocionante que todos los que hay en este Museo.

Ramon Calsina siempre tuvo una verdadera pasión por su oficio de pintor, y el suyo fue un largo e intenso aprendizaje. Era su instrumento y lo necesitaba para poder canalizar con rigor y honradez una extraordinaria imaginación, para resolver los problemas técnicos, sin caer en el ridículo, que le planteaba esta imaginación; y para manifestar sus inquietudes, sus dudas, para intentar responderse las preguntas que le formulaba la Vida. Unánimemente se le ha reconocido, por encima de cualquier otra consideración, este dominio del oficio.

En las obras de Calsina, detrás de una apariencia de irrealidad, de unos personajes grotescos, de una visión satírica, hay, en una visión más profunda, una ternura, una empatía. Sus personajes son seres imperfectos, inacabados, pero Calsina se acerca a ellos como una persona a medio hacer, como ellos, que se siente solidaria de su realidad. Calsina se les acerca con amor, y esto les da dignidad.

En el conjunto de su obra hay muchos personajes a los cuales les da esta dignidad a través de un oficio. Nos los muestra trabajando, enseñándonos aquello que saben hacer, lo que han sido capaces de aprender y eso les da esperanza y dignidad.

Hemos procurado seleccionar obra de Ramon Calsina que muestre estos personajes que tanto se identifican con el contenido del Museo. Y ha sido una tarea feliz y llena de sorpresas completar el contenido de esta exposición.

Creemos que Ramon Calsina estaría muy contento, con su gran curiosidad y la inagotable capacidad para sorprenderse y emocionarse, paseando por estas salas, contemplando la maravillosa aventura humana del trabajo y de la inteligencia.

 

Ramon Calsina Garcés

Presidente de la Fundación Ramon Calsina

 

 

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