INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN

"Calsina. Remembrança"

EN EL MUSEO DE MONTSERRAT

(17 de julio de 2015)

 

 

Hoy es un día feliz para la Fundación Ramon Calsina, inauguramos una exposición de su obra, que es precisamente el objetivo principal de la Fundación, aquello que está escrito en nuestros estatutos: "dar a conocer la obra de Ramón Calsina y su comportamiento como artista y como persona".

Es una sensación muy agradable, extraordinaria, ver físicamente tantas obras de nuestro padre en aquel orden y con la intención que tanto habíamos imaginado y trabajado. Es tan gratificante haber sido acogidos en un lugar y por una gente que ha compartido con nosotros un trabajo y el entusiasmo por la obra de Ramón Calsina. Cada exposición ha sido para nosotros un hito que nos ha hecho vivir momentos emocionantes y experiencias muy enriquecedoras.

En todas las exposiciones que hemos hecho, el lugar que nos ha acogido nos ha inspirado, y hemos encontrado siempre afinidades y complicidades con la obra y el recorrido vital de Ramón Calsina, que nos ha permitido, hasta donde hemos sabido, construir un argumento, un relato propio para cada exposición.

Hemos disfrutado en cada ocasión sumergiéndonos en su obra, buscando estas afinidades. Encontrarlas siempre es posible por la inagotable variedad de temas, de registros y debido a su proximidad, por la evidencia de lo que narra, que no necesita intermediarios.

 

 

Esta vez, sin embargo, es un punto y aparte. Hacer una exposición aquí en Montserrat es un hito. Para nosotros, como Fundación, lo sentimos como un premio a una trayectoria. En ningún lugar tenemos dificultades, pero aquí aún mucho menos, de afirmar que estamos convencidos que Ramón Calsina sigue viviendo y que allí donde ahora está debe estar muy contento al contemplar esta exposición, por el lugar, tan afín a su espiritualidad y con su sentido trascendente de la vida. Y materialmente tan cerca de Sant Cristòfol, su paraíso infantil en la casa de sus abuelos. Justo en la cuna donde nació su apellido Calsina. También, de que la exposición sigue el hilo biográfico de su existencia, y de la mano de la entrevista profunda y humana que le hizo Zeneida Sardà en el año 1984 en la revista de esta casa, Serra d'Or. Entrevista que siempre hemos tenido como una referencia para mostrar su forma de entender el Arte y la Vida.

Nuestra opinión siempre será subjetiva y condicionada, ¡qué le vamos a hacer!, pero por eso no nos privaremos de decir que creemos que Ramon Calsina es un artista con mayúsculas, con una potente personalidad, que nos dice muchas cosas, con fuerza y profundidad. Si no fuera así, no haríamos lo que hacemos.

Sentía que había nacido con un don, y siempre se sintió agradecido y responsable. Lo expresó en esta estrofa:

 

De ojos y corazón es mi obsesión, Señor,

Preciado tesoro que Vos me habéis dado

Colores y formas como señales de los caminos del amor,

Que encienden y perfuman mi destino.

 

Desde muy temprana edad se lanzó con toda la fuerza de su voluntad y de su convicción a aprender el oficio, la herramienta que le permitiría materializar aquel don, dar forma a una impetuosa imaginación, a buscar respuestas y a explicar toda la riqueza de sensaciones y sentimientos que surgían de su alma.

 

 

Nosotros, los que formábamos el entorno más cercano a Ramon Calsina, recibimos una herencia especial, una herencia envenenada, porqué para nosotros era una responsabilidad. Teníamos la convicción, sin saber de que forma deberíamos concretarlo, que todas aquellas obras no podían ser tratadas como objetos inanimados, como valores mercantiles. Tenían vida, nos interpelaban. Cada una de ellas era una historia, mejor dicho, dos historias: la que había surgido de una imaginación exuberante, plasmada sobre una tela o un papel, y la otra historia, la de la persona que la había hecho posible, el comportamiento de la honradez creadora, y del genio del artista que había conocido y amado.

A nosotros nos resultó imposible separar la obra del artista, el arte de la vida, aquellos cuadros y dibujos de un sentido trascendente y de una responsabilidad. Era un sentimiento doloroso pensar que aquella obra dispersa y casi olvidada perdería su razón de ser, la relación, el contacto directo con el espectador.

Realmente nuestro padre nos complicó la vida, pero era evidente que teníamos que resolver aquella situación, y lo que se nos ocurrió fue constituir una fundación como un instrumento para mantener unida una parte de su obra y poder organizar, tantas veces como sea posible, la fiesta para los sentidos que es una exposición de Calsina, para que puede darse a la comunidad, que se pueda cumplir lo que en el fondo es el Arte, un acto de generosidad.

Hoy podemos mostrar la obra de Ramon Calsina con una gran exposición. Creemos que debe ser contemplada detenidamente porqué hay mucho para ver y para sentir.

 

 

Damos las gracias a Raül Maigí y, con él, a todos sus colaboradores, por el trayecto que hemos recorrido juntos y que nos ha conducido hasta aquí.

El primer día que vinimos para hablar sobre Ramon Calsina con el Padre Laplana, confieso que estábamos un poco asustados, su prestigio de sabio nos causaba respeto. La sorpresa fue mayúscula, parecía realmente que nos estaba esperando. Sus primeras palabras, después de acompañarnos a ver dos dibujos de Calsina que estaban expuestos en aquel momento, fueron para decirnos que haríamos una exposición. Todos los argumentos de vendedor que llevaba preparados fueron inútiles y ridículos. El Padre Laplana no necesitaba que le explicara quien era Calsina. Aquel día el camino de vuelta de la montaña fue como si la hiciéramos volando.

Hemos tenido el placer de compartir tiempo con usted, hemos aprendido de su maestrazgo y con el conocimiento ha crecido el respeto que le tenemos y, no hace falta decirlo, con el trato tan cercano se ha desvanecido cualquier temor. Le damos las gracias por esta exposición, y por los cuatro meses que tenemos para compartir la estimación por Calsina.

Padre Abad, es un honor haber sido acogidos en Montserrat, que durante toda nuestra vida ha sido punto de referencia de la catalanidad y de la espiritualidad de nuestro pueblo. Creemos que es el lugar apropiado para dejar bien patente el sentido de la trascendencia que nuestro padre le dio a su obra. Es un honor y una alegría que presida este momento de plenitud para nosotros.

Muchas gracias, en nombre de todos los que militamos en esta Fundación.

 

 

 

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