El día 26 de noviembre de este año se cumplen 25 años del deceso de Ramon Calsina Baró. Tenía 91 años, i aquel mes de febrero había realizado una exposición en la sala La Pinacoteca.
Disfrutó de una larga vida entregado apasionadamente a su vocación y a su oficio. Tres meses antes del fallecimiento la mano ya no obedecía a su pensamiento y todas aquellas imágenes que había en su imaginación ya no podían fluir. Fue un golpe duro, pero pronto dirigió su voluntad y sentimiento a preparar el tránsito que ya presentía. Su espíritu libre y la fidelidad a un sentido trascendente del Arte, del cual no se había alejado nunca, le permitieron emprender el vuelo al Más Allá ligero de equipaje.
El día del enterramiento sus antiguos discípulos y fieles amigos Avel·lí Artís Gener, “Tisner”, y Pere Calders presidieron el duelo al lado de la esposa del maestro. Además de la estima, los dos compartían una extraordinaria imaginación que Calders liberaba en unos maravillosos cuentos i Calsina en unas sorprendentes obras plásticas.
Pocos días después Pere Calders escribía un artículo de homenaje en el periódico Avui, del cual reproducimos un fragmento a continuación:
Me gustaría saber expresar con acierto lo que voy a decir, o que se me conceda el beneficio de ser justamente interpretado. La muerte deprime siempre i cuando se trata de la desaparición de una persona querida, de un amigo admirado o de alguien que nos ha influido para bien a lo largo de muchos años, el sentimiento es de profunda desolación.
En este punto se centra el aspecto delicado de lo que quiero manifestar: la muerte de Ramon Calsina me causó un sentimiento casi de envidia, la pena por su fallecimiento adquirió un sesgo especial, como si se tratase de la concesión definitiva de un premio del todo merecido y bien ganado. Calsina murió a los noventa i un años, y hasta pocos días antes de su muerte se dedicó plenamente a la pasión de pintar.
No dudo a afirmar que a todos los que tuvimos un contacto profesional o de maestrazgo con Ramon Calsina, nos ha quedado el beneficio de su ejemplo. Fue tenaz, honesto con su concepto del arte y fiel a aquello que creía.
Pienso que es por esto que su esposa, sus hijos y sus nietos -y con ellos todos sus amigos- lo despedimos con un porte sereno, con la conciencia de rendir tributo a una larga vida felizmente aprovechada.