Hace 120 años que nació Ramon Calsina, en una bulliciosa calle del Poble Nou, enfrente del Mercado de la Unió. Era la calle Castanys y la casa era conocida con el nombre del Horno de la víuda. La llamaban así porqué su madre regentaba una panadería, sita en la planta baja de la casa, tras haber enviudado muy joven, con dos hijos pequeños. Al cabo de poco, compartiria el negocio con quién se volvería a casar y que sería el padre de Ramon y de otro hermano.
Todo esto ya queda muy lejos, pero si la calle, la casa y el mercado aún perduran, ¿como no han de sobrevivir, de otra forma y en otro sitio, todos aquellos personajes, llenos de historias que vivieron aquellos momentos? Probablemente nos será imposible o muy difícil seguir sus huellas, pero en algunos casos puede ser posible.
Diriamos que eso es factible en aquel niño que abrió los ojos hace 120 años, en aquella habitación con balcón encima de la panadería, frente al Mercado de la Unió del Poble Nou. I esto es posible perqué Ramon Calsina Baró nació con un don, y este don le permitió dejar un rastro en su obra que nos permite, hoy, saber como era, como pensaba y sentía.
Un artista generalment es un espectador que con su oficio nos muestra aquello que ve. En Ramon Calsina no es tan solo espectador sinó que, muy a menudo, es también protagonista. La ternura, o la indignación, lo conducen a buscar bajo la superfície una realidad inpregnada, deformada, por la presencia humana.
Una obra de Calsina no se percibe con una sola mirada. Hay una profundidad que necesita tiempo, porqué hay mucho por descubrir. Siempre, detrás de sus imágenes, hay una historia, que precisa pararse y poner en juego el sentimiento para descubrirla. No es casual que entre los principales admiradores de Calsina haya muchos literatos, porqué si ellos retratan el alma humana con la palabra, él lo hace con la imagen y con una imaginación que siempre sorprende.
Creemos que vale la pena que un conjunto de las obras de Calsina afloren en exposiciones, tantas veces como sea posible, para que haya quién se detenga frente a estas obras y contemplando el arte y el oficio de Calsina, descubra las historias que ellas encierran.
Este aniversario de los 120 años de su nacimiento es un hito más que nos renueva la voluntad, a la Fundació Ramon Calsina, de seguir trabajando para que el deseo del artista, de que estas historias sean compartidas con los conciudadanos, sea posible.
Febrero 2021
Ramon Calsina Garcés
Presidente de la Fundació Ramon Calsina